En este país
no se puede hacer nada. Si, nada. Ni siendo diputado del partido en el poder se
puede cambiar algo para bien. No hay posibilidad de acuerdos que no sean de
coyuntura, de beneficio inmediato y garantizado. El bien común, el bienestar de
la patria, eso, eso siempre es para después. El decreto de ley que promoví, hoy
fue turnado otra vez a comisiones. Un tecnicismo absurdo y de regreso a la
congeladora, pues ya terminó el periodo ordinario. Y como es el último año de
la legislatura, pues se acabó. Esta ley le hubiera dado identidad a nuestro
pueblo, este pueblo desahuciado por la falta de padre y exceso de madre. Con
este decreto en cada estado, ciudad, pueblo, comunidad y hasta algunas rancherías
tendrían eso que tanto les hace
falta: amor propio, figura paterna, deseos de progresar. Ni que decir lo difícil que fue el análisis
de la propuesta en la Comisión de Igualdad y Género.
Las perredestistas
marimachas de inmediato estuvieron en contra, incluso, de discutir la
propuesta. Las panistas santurronas se opusieron por considerarla en contra de
las familias católicamente estructuradas. Las del PRI preguntaron que a cambio
de que se podía negociar. Pero
gracias a la intervención de los líderes de bancada, que dieron línea,
se logró su cooperación. Y no crean que el apoyo fue gratuito. Gracias a que conocía
unos trapitos sucios de una de las coordinadoras, conseguí apoyo a
cambio de silencio y los documentos originales. Ya en las discusiones el tema más conflictivo fue como debería
ser representado este prócer de la patria. Mi propuesta era poner un monumento
de él en todas las escuelas públicas por decreto, para catapultar la autoestima
de nuestro tan debilucho pueblo de a pie.
Fue tan difícil definir como debería
ser representado, pues no queríamos que su imagen fuera adaptada por cada cuál
que pusiera su estatua. Así como Juárez, que siempre es el mismo, con expresión
de piedra, moreno, cuello ceñido donde quiera que esté. Al final quedamos en
que sería corpulento, moreno pero con ojos verdes con camisa a rayas blancas y
rojas. Sus manos gruesas como de campesino, con cabello ondulante pero corto y con vestimenta urbana. El PAN condicionó su apoyo a
cambio de que en el pecho lampiño y descubierto llevara una cadena con una
cruz. El PRD pidió que la hebilla del grueso cinturón llevara una águila republicana. El PRI sacó que no se negociara más en la legislatura el quitar
plurinominales o anular el fuero constitucional. Al final hasta se logró que el
molde central fuera único y así garantizar su perfecta repetibilidad. Los
consultores legales trabajaron arduamente para blindar la ley contra cualquier
juicio de inconstitucionalidad que pudieran presentar los inconformes. Hasta la
Presidenta de la República envió sus peticiones sobre la complexión del héroe.
Al final, gracias a mi enorme capacidad de conciliación, todos pudieron decir
que estaban de acuerdo. En cada Primaria habría un monumento al Padre
Desconocido. Todos los mexicanos hubiéramos recobrado la autoestima en cuestión
de meses, tal vez semanas. Pero los del Partido Verde tuvieron que repelar. Ya todo estaba
amarrado, consensuado, pero tuvieron que salir con su domingo siete, con su "¡aquí estamos!". En el
Pleno del Congreso durante la votación vetaron la aprobación. Quieren que cada
estatua tenga, además, un buzón de quejas.