miércoles, 28 de octubre de 2009

3 de varias entregas de Eugenia

IV.
No pude contenerme las ganas de hacerle la broma. De: Eugenia Carrignton Para: Esteban Ponce. La verdad que la ultima que me hizo a mí, estuvo mucho mas pasada de güevos. Tomó mi celular, marco al primer numero que había disponible. Contesto la Trompis y le dijo que era un policía de caminos y que había habido un accidente. Que estaba marcando para informar que una pareja de como 35 años se habían matado en un terrible accidente de tráfico en la carretera a Zumpango, en un Mustang rojo. Le describió a los cadáveres tirados en el suelo, con heridas descomunales, con lujo de detalle. Todo encajaba: el registro de mi teléfono, Zumpango, el carro, la edad de mi vieja y yo. Pobre Trompis, en parte por eso la queremos tanto. ¡La bola curva del tarot se la merecía, que se confunda más!.

V.

Por Internet: rápido. Tarots en la condesa hay varias. Elijo la pagina que parece menos menos relacionado a las Vegas. Cuando le digo que necesito resolver un sueño relacionado con alguien llamado Eugenia y que recibí un email dando una pista hacia el tarot mostró un interés bárbaro. No le di mas detalle, pues es sabido que de cualquier información te rebotan una historia de cinco horas, y aunque inspiraba confianza no quería dar más datos. Por la voz pensaba que sería una vieja gorda, con los ojos de rimel hasta el piso y con un busto de quince kilos. Pero era una chava guapa de aspecto fresa. Rubia de ojo verde natural, pero teñida, tipo condesa, de unos veintitantos años. Culta, hablaba padre, con muchas palabras como sagradas. Arcanos Mayores. La Cruz Céltica. 1+2+3+4+5+6+7+8+9+10+11+12 = 78= 56+22. El sumo sacerdote.

“Como sabes que el mensaje es de ella?”
-No lo se. ¿Qué más da? La idea del tarot me pareció buena.
“No es importante, porque a lo que te guíe el Tarot no estará definido por la intención del mensaje, si no por tu destino, por el inconsciente colectivo”.

Sentí alivio, ¡no era importante lo del correo!. Cuando lo recibí pensé que era una broma, pero a la segunda pensada no pareció tan mal. Ya entrados en gastos sonaba lógico desenmarañar esto por un medio de búsqueda mas abstracta. Si el sueño tenia que ver en verdad con alguien muerto, Internet solo me había servido para certificar que Eugenia existió, que existe. ¿Como inventarme un nombre tan exacto en un sueño, que, además, coincide con los datos de la vida de Eugenia?.

El tarot siempre me ha dado miedo. Estaba prohibido expresamente en la biblia católica de mi casa y siempre me dió la impresión que el que echaba las cartas tomaba el control de los deseos de los clientes. De niño, las amigas de mi mama vivían esperanzadas del amor fiel de sus maridos, confirmado semanalmente por las cartas, cuando todos sabíamos que las engañaban con cualquiera que pasaba. Siempre vendrían tiempos mejores, y siempre estaban en bancarrota. Compartir tu inconsciente, tus deseos y miedos mas íntimos con alguien que cobra me pareció siempre muy peligroso. Incluso el darle vuelo a tu imaginación sobre que viene en el futuro sonaba a peligro.¿ Por que querer saber el futuro si de todas maneras vendrá?.

Pero yo no soy como las amigas de mi mama. No daré información a esta güera y, además, Eugenia si existió. Me interesa el pasado, no el futuro.

lunes, 19 de octubre de 2009

Segunda de varias entregas EUGENIA

II.

Fue mi amigo desde niño. Nunca fue normal, pero tampoco era anormal: rarito, de humor pasado. Un día llego con la historia tonta de un sueño, que una mujer gringa que quería que la buscara, una mujer del pasado que le dio su nombre, Eugenia Carrignton, ¡que ridículo nombre!. Primero pensé que era una broma de las que nos hacíamos siempre, pero parecía realmente metido en su historia, le perturbaba de verdad. Me pregunto si consideraba que era buena idea investigar en Internet ese nombre, que temía que fuera cierto, y si asi no seguir adelante con la busqueda seria dificil. Yo le dije que solo veía dos posibilidades. Primera., los muertos hablan en sueños con los vivos. Segunda, estas obsesionado con un nombre. Las dos me parecen peligrosas, te aconsejo que no busques más. Ya párale.

III.

Google search:

Resultados de: "eugenia carrington"
Jonathan Cushing DAME & Eugenia Carrington FELLOWS - [ Traducir esta página ]
Jonathan Cushing DAME, Eugenia Carrington FELLOWS. b. bp. d. bur. b. 29 Oct 1836, Troy, Rensselaer Co., NY bp. d. 10 Nov 1880, Danville, Pittsylvania Co., ...www.eskimo.com/~griffee/WC05/WC05_257.HTML - En caché - Páginas similares -



No puede ser. ¡A la primera salió!: Eugenia Carrington!. Pareció tan fácil al principio. ¿Por que no me dio el segundo apellido para estar seguro?. Información fraccionada, no concluyente, discrepancias menores.¿ Murió en 1880 o 1881?. Nació en el estado de Nueva York. El año que la conocí adopto una niña que murió poco después. De sus otros cuatro hijos, solo uno sobrevivió. Pero ahí termina el rastro, parece que su único nieto, de ese hijo , murió. Que alcurnia, la de los dueños de la casa del sueño no es nada. Se caso con un descendiente de los que firmaron la declaración de independencia de Estados Unidos. Muy religiosos, hay curas por todas partes en la genealogía. Ellos si se pueden casar sin problema. Hay poca información y cuesta ligar una cosa con otra. No todo lo que reluce es oro. Una de sus ancestros es colgada por matar a su propia hija después de vivir con un borrachín, siendo la primera ejecutada en Estados Unidos por la horca.¿Que sentido tiene esto?. ¿Por que quiero que lo tenga?. Encuentro una carta de su marido cuando era niño a su madre. Un negro libre entra furioso en casa de un hombre blanco, un vecino de su finca, y lo mata a tiros. Este blanco era el dueño de de la esposa y el hijo del negro. ¡Esta tan perturbado de poder morir a manos de un esclavo libre! . De alguna manera el negro escapa en un ferry. Se llama James. ¡Dios! ¿Que hago aquí? ¿Que quiere Eugenia? ¿Como es que el es libre y su esposa e hijos son esclavos? . Que intrigante. ¿Habrá venido a México Eugenia el 1861? . La casa en que la vi era Mexicana, estoy seguro, digo, ¡estaba Juárez! .

Pero después de estos tres meses, nada terminaba de caer realmente en su sitio. La vida de los negros fue espantosa, eso me quedo claro. Por lo visto algunos negros conseguían ser libres por concesión de sus amos en esos años, pero lejos de ser una bendición es un infierno por empezar. En muchos casos no pudieron liberar a sus esposas y a sus hijos. Familias divididas. Libertad sin derechos. Algunos se suicidaron, otros mataron a los amos. Muchos más se fugaron a las zonas pantanosas solo para ser alcanzados y volver a perder a sus familias. Violaciones, desnutrición, vejaciones inimaginables y desesperación fueron la vida normal de todos ellos. No comprenden que los blancos, cuya religión prohíbe la esclavitud, los esclavicen. Los blancos divididos: unos a favor maltratarlos poco, otros por maltratarlos mucho. Los textos escritos por negros o dictados por ello desgarran el corazón. La información fluye por el lado negro, pero nada de mi Eugenia. Nació en un condado muy rico de Nueva York y murió en una ciudad en Virginia dedicada a la plantación de tabaco, con esclavos, para variar. Adopto una hija que murió de niña, los demás murieron antes de casarse. Un callejón sin salida, ni descendientes actuales ni por donde seguirle la pista. Tanto Internet para nada.

Ha sido duro pero hoy llego este email, que cambia todo.


To: Esteban Ponce
From: Eugenia Carrignton

Búscame con el Tarot.........

miércoles, 14 de octubre de 2009

Primera de varias entregas de EUGENIA.

I.

En la Juárez. Es la casa de mis vecinos de alcurnia, los Arózpegui. Las paredes anchas, muebles antiguos caros, de esos que seguro están llenos de plata y porcelana, tres pisos, recovecos inútiles pero bonitos, una casa de buena familia. Es como su fuera un coctel/exposición. “Conozcan los secretos de nuestra casa” hubiera sido el nombre de evento. Los invitados tomamos algún ambigú, baratón, de esos que recuerdan el sabor del caviar pero con textura de queso crema. El bullicio de la plática de gente que se conoce de antes. Al pasar por cada cuarto, como el recorrido que haces en el museo de cera, puedes ver cómo los ambientes van cambiando.

La sala, con una gran chimenea, maderas, artefactos metálicos útiles en otros tiempos, tapetes persas, y una cabeza de alce disecado. Hoy, eso del alce, es una nacada de primera, antiecológica, pero antes era muestra fehaciente de tu condición económica y bravura masculina. El cuadro de Benito Juárez atrás del esritorio no viene al caso en una familia bien. Que ilusión! Yo vivo en un departamento, así que esto de ver como podría vivir en una mansión es excitante. Cuanto espacio!.

La cocina, como para servir a un regimiento. Lo cual es lógico, ¿cuanta gente seria necesario para mantener en orden este sitio?. Y claro, todos tendrían que comer. A juzgar por los cuartos de los hijos, cuatro o cinco, seria necesario bastante apoyo del servicio. Montones de ropa en los closets, que tenían el tamaño de la mitad de mi departamento. Accesorios en cantidades monstruosas. Cajas con, por lo menos, una docena de relojes de marcas impronunciables; eso sí, todos de oro.

En el cuarto de la hija el aire cambia a mí alrededor. Es evidente que es un sueño, ya sabes, muy real, con colores y sensaciones, pero con ese dejo de irrealidad en el fluir de las cosas, como escenas pegadas por un mal editor. En la puerta abierta del ropero hay un vestido rojo de mujer que sobresale bestialmente del resto de las cosas. Me acerco, lo toco. Es un vestido largo, me atrapa la textura del tejido, casi veo la trama microscópica de hilos rojo sangre, pero envejecido, una antigüedad más de las de la casa. ¿Seda?, algo así, caro y calido. Vértigo. Todo gira. Estoy cayendo dentro del vestido. Súbitamente me implosiono al punto de marearme y caer de rodillas. Toda la energía se va a través de mis dedos al contacto con el vestido. Silencio. Me recupero. Estoy solo. Todos han desaparecido. Las puntas de mis dedos están quemadas, enrojecidas. Me acuerdo de cuando me queme por primera vez con un cerillo de niño. Las yemas endurecidas, insensibles pero adoloridas. La confusión es tremenda. Aun tengo el vestido en mis manos. Estoy en el mismo sito pero es diferente. Huele a nuevo. Es hoy. Bueno es ayer. Es 1861. No se porque estoy tan seguro, que ridículo, no se el día ni el mes, pero es 1861. Será un mal parche del editor?. No, no necesito confirmar que estoy aquí y que es 1861. La certeza es absoluta.

Estoy solo, el vestido es de alguien que ahora esta viva. La confianza que sentía de vagar por la casa en el cóctel ha desaparecido. Ahora, soy intruso en un lugar al que no he sido invitado. Me siento atrapado. ¿Como salir de aquí?.¿ Para salir a donde?.¿El futuro estará fuera?. Oigo voces. Me asomo a la cocina. Hay varios hombres comiendo apretujados alrededor de una mesa de apoyo. Unas mujeres están preparando más comida mientras les sirven a ellos. Son sirvientes, ya me lo había imaginado yo en el futuro. Hablan entre ellos como de cosas importantes, pero no puedo entender, no alcanzo a oir. Otro error del editor.

Cruzo la entrada de la cocina sin ser visto y encuentro la puerta entreabierta de un baño, huele a humedad y perfume, alguien acaba de terminar de bañarse. Veo la tina, tiene espuma aun. En un espejo con vapor condensado veo reflejada una espalda negra desnuda, gigantesca, un hombre de pelo lacio largo. Miro al interior y esta abrazando a…… ¡ella!. Es la dueña del vestido. No se por que lo sé, pero es ella. Rubia, blanca, frágil, preciosa. Que belleza!. Ella, claro. El negro es espantoso. Musculoso, que piernotas. Que feo tatuaje en el hombro. ¿Que hago? Sigo viéndolos. Retrocedo sigilosamente para no ser notado, pero, ¿como irse?. Ello a abraza con una fuerza tremenda, parece que lo quiere romper. El, en cambio, casi no la toca, la roza. Las nalgas del negro…. ¡suficiente!, no quiero ser atrapado aquí. Venir del futuro ya esta bastante difícil de explicar, ¿como justificar tu presencia en semejante escena?. Regreso al cuarto. No va a regresar pronto.

Se me ocurre que el regreso estará en el vestido, otra vez. Paso por la cocina otra vez, los puede ver mejor. Parecen un grupo de jardineros haciendo el almuerzo.
Entro al cuarto de ella, cierro la puerta tras de mi. Quedo petrificado. Alguien sale del vestidor, no puedo salir o esconderme ya. He sido atrapado. Es ella, pero mañana. Bueno, no mañana, esta mucho mayor, arrugada, como unos cincuenta años bien corridos. ¡Maldito editor!. Sigue siendo preciosa. Colorete rojo en las mejillas. El pelo descolorido, corto, mal peinado. Un corpiño de encaje. Huele a alcafor y una locion barata. Se acerca, me toma la cara. Sus ojos azules claros me ahogan. No puedo decir nada. Pone el vestido en mi mano. “Búscame!, me llamo Eugenia Carrington!. Eugenia! ¡ Como la hija de los Pentoche!.¡No te vallas a olvidar cuando despiertes: Eugenia!”.

Estoy sudando. Y aunque me estoy ahogando en mis lágrimas, y el corazon se sale de su sitio, estoy tranquilo. Es hoy, bueno hoy, ahora. Es como si me mente fuera regresando a un cuerpo ajeno, que esta llorando por algo que no tiene que ver conmigo. Conforme tomo posesión, éste deja de llorar.
¡No mames!. Eugenia Carrington? . Sí, es cierto que los Pentoche tienen una hija que se llama Eugenia. Carrington , ¿como la pintora? Que recuerdo tan claro. Sus ojos y esa voz: ¡Eugenia!.