sábado, 28 de julio de 2012

Paranoia




El dolor es punzante. Los escalofríos me trituran los huesos.  Me duelen las costillas de toser. Moriré, lo sé. Siento el virus reventar mis venas. Los bronquios a punto de colapsar, solo tengo flemas y sangre. Fue inevitable. ¿saben cuantas veces tocamos a otras personas?. Cada puerta que abrimos, ha sido tocada por cientos, quizá, miles. Cada cosa, por limpia que parezca es un jardín de gérmenes. Tanto cuidarme ¿para qué?, a nadie pareció importarle. Moriremos por cientos de miles, hasta millones, pero la gente sigue diciendo que fue una mentira organizada por el gobierno, un acto para distraernos de lo que en realidad pasa. Ni siquiera tienen la vacuna aún. La tendrán lista cuando el pánico haya triplicado su precio. El dolor del pecho me aniquila. La fiebre desbordada me quema las entrañas. Seguramente fue por la sirvienta, ella ya estaba moqueando cuando la corrí. ¿o habrá sido el novio de mi hija?. O… que más da. Es mortal para el diez por ciento de los que se infectan. Solo aquí seremos uno quince millones. ¿Será una venganza de la tierra?. No creo, es un virus escapado de los laboratorios de la Defensa Americana. Todos sabíamos que pasaría.  Tarde o temprano la infección rompería el cerco sanitario y se les saldría de control. Entre sueños por la fiebre oí que ya salió de aquí, que está en España, Argentina y Estados Unidos. Si allá se mueren,  ¿como será en África?. Tantas películas y tomó a todos por sorpresa. ¿Será?, seguro los ricos del mundo tienen ya la vacuna.

Ahora recuerdo lo mucho que le debo a mi madre, que siempre me insistió tanto en la higiene.  Dos duchas diarias, jabón desinfectante, cloro en la lavadora de ropa, dejar los zapatos en la entrada, lavarse las manos después de cada interacción con alguien. Pero aún así, no sirvió de nada. Los tapabocas fueron una artimaña publicitaria. Cuando me enteré que el virus era mucho mas pequeño que los poros del material del el que están hechos lloré. Que timo, vendidos por millones eran un truco para hacernos creer que estaríamos protegidos.  Pero no los deje de usar, me avergüenzan mis labios partidos por la fiebre y la saliva sanguinolenta.

A cada escalofrío me siento más débil, más cerca de morir. El sudor frío me va deslavando las facciones. Aquí viene el medico, seguro me intubaran para alargar mi agonía.

- Señora, su examen de H1N1 dio negativo. La transferiremos al pabellón de Psiquiatría.





Dedicado a Santiago Corral, autor de "Paranoia"www.galeriasantiagocorral.com

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