Siento que la erección
es plena. La sangre agolpada no puede circular más por el pene, ya
no hay espacio. La rigidez es absoluta, casi dolorosa, causándome un placer muy intenso. Al
tocar el exterior de la vagina con la punta siento una humedad cálida que casi
me hace eyacular. El pelo rizado y abundante que la cubre apenas me permite verla, rojiza, abriéndose.
Al empujar despacio, pero con
fuerza, noto que me penetro. La vagina
es mía, se encuentra en la ingle izquierda, al lado de los testículos. El pene sigue
firme hacia adelante, sin doblarse, pero por alguna razón física inexplicable
regresa y me penetra. El placer es inmenso y largísimo, quedaré embarazado.
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