martes, 17 de abril de 2012

Su sueño es un peligro...


Murió ayer, y es que se enteró de casualidad. El pobre no lo sabía, pero cuando se dio cuenta su corazón se paró así, de golpe, fulminante. Él se sentaba a dormir por las tardes en la butaca roja de la sala, al calor de la tarde en el verano o abrigado en el invierno. En esos sueños recurrentes ella le tocaba la mano, le sonreía, cerca por momentos, alejándose en otros. A él siempre le dio miedo, era tan real… despertaba. La deseaba tanto, pero conocerla era matarla, matarse. Hubiera sido limitar ese amor perfecto a la realidad y cancelar las miles de ilusiones mutuas abrigadas con tanto fervor, con tanto cariño, con tanto detalle. Deseo de desearse. Cuando descubrió en esa nota que ella llevaba dos meses muerta comprendió su error. Por querer compartir la eternidad compartió la muerte. Y yo sé todo esto, en parte, porque algo me habían confiado. Pera también es que sueño…

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